Caricias cálidas tocan mi rostro,
despierto aún soñolienta.
Sin nubes en el cielo
tu ser se manifiesta por entero.
El sudor cubre mi cuerpo,
el cansancio y la sequedad me fatigan.
Y por tu afán de amarme
me persigues incansable, implacable.
Toda tu ira se descarga en mí,
el calor, cada vez es más insoportable.
Y como un Rey que eres, me arrodillo
suplicando tu piedad.
Me abrasas, me quemas,
tu amor por mí es impúdico.
Tu calor me enloquece,
No puedo soportar más este ardor.
Tú te impones, al mediodía
es cuando más daño me haces.
Me seco, ardo, y tú, desde arriba
me ves sufrir agónica, moribunda.
Me persigues, no hay sombras
donde cobijarse.
Mire por donde mire estás ahí,
con tu calor sofocante.
Logro despistarte y el aire
fresco me abraza con regocijo.
Te vas, te marchas hacia el horizonte,
te veo partir mientras me despides
con tus últimos rayos de sol.
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