Mi corazón quebrado escupe dolor,
mi mano izquierda, temblando,
pinta ausencias,
mi alma languidece al evocar tu estrella.
Me derramo en llantos,
mis palabras se deshacen en lamentos,
mi soledad enmudece en sollozos.
Me aíslo buscando la paz,
huyo de un “nosotros imperfecto”,
de un tiempo al cuadrado que multiplica el desencanto.
Vivo sofocado para alejarme de ti, aunque tu amor
inexplicablemente acaba volviendo;
mi corazón alterado desvaina acordes enmudecidos
y desnuda las palabras que acallan mis labios:
expreso un “te quiero” que quería olvidar.
Huirme de ti es caminar sediento en tierras áridas:
buscando consuelo, reavivo tu estela.
Me cobijo en tu vieja mirada,
la de una cálida mano acariciándome el rostro,
la de unos instantes que esperaba eternos.
Paradoja es el amor: cuanto mas lejos se va,
mas cerca te tiene.
Dolor y pasión se funden en memoria, son como puños que
golpean:
luz de pasado en mis tinieblas.
¿Y si me perdiese en el infinito instante de tu amor?
Mi presente es un corazón malherido
y balancea entre el deseo y el abismo, y en el medio esta mi vida desarbolada de
entusiasmo.
El ahora es un caballo alado que vuela lejano,
el presente es desanimo, oscuridad, silencio,
noche fría de corazón magullado.
Mis suspiros se anidan en el cariño que me esquiva,
intento fallido de arroparme en tus caricias.
Algo queda de ti, que se filtra en mi universo:
son cristales rotos que me hieren en el recuerdo...
¡Desamor!
El desamor esta escrito en tus ojos, son los puñales de
espino que vivirán conmigo.
Tu desamor se ha grabado en tus labios,
con el sabor de tus amargas sonrisas, las que me acompañaran
de por vida...
Tu nombre aletea aún en mis nubes: eres sabor de hiel,
sabiendo que ya no me amas.
Aún te dibujo en mi sueño.
Aún sueño con tenerte y te coloreo con el viento.
Me afloran esperanzados sentimientos:
en mi silencio entra tu nombre,
en mis manos vacías llegan tus caricias,
en mis llantos, tu dulzura.
Mi vida es tu amor,
mis días son tu historia;
mi corazón son tus abrazos,
mi soledad es tu abandono.
Pero son espejismos, el reflejo de cristales rotos...
Solo hay dos ingredientes para vencer al dolor:
el tiempo y la esperanza.